Cuaderno de Viajes

miércoles, 4 de marzo de 2015

On 12:12 by blanca in     No comments
Dejamos la ciudad tailandesa de Hat Yai a primera hora de la mañana con una furganeta que habiamos contratado el dia anterior para que nos llevara hasta Malasia. Despues de poco más de una hora llegamos a la frontera e hicimos todos los tramites rapidamente, eso sí con la pequeña anecdota de que en el lado malasio me tomaron las huellas dactilares... claro como iba la última me toco el gordo!! Y Ernest por su parte se empezo a descojonar de risa en cuanto se lo conte y me dijo aquello de que ya empiezo a tener cara de sospechosa!.

Unas horas más tarde y después de atravesar el larguísimo y moderno puente sobre el mar que une la península de Malasia con la isla de Penang, llegamos a su ciudad más importante: Georgetown. Esta ciudad esta considerada patrimonio mundial de la unesco y a nivel cultural es un claro reflejo de como es este país en el que convive una enorme comunidad china, con otra no menos importante de hindu y con la mayoría de malayos originarios del país y que profesan la religión musulmana. La ciudad nueva no tiene prácticamente ningún interés, pero el barrio antiguo esta formado por una serie de casas singulares construidas en madera algunas mientras que otras son de ladrillo. Y curiosamente unas se ubican en el barrio de chinatown y otras en el de “Little India” y todos tienen sus respectivos templos con sus respectivas diosas, divinidades y demás. Eso sí, la mezquita principal queda un poco más alejada.
                                
                    
                    
                    
                    
                       

 La última vez que estuvimos aquí tuvimos la suerte de coincidir con no se cual fiesta hindu y todo “Little india” era una fiesta enorme. Esta vez casualmente hemos llegado coincidiendo con la fiesta final del nuevo año chino y evidentemente había un montón de gente celebrándolo en las calles y ofreciendo incienso en los templos para que el nuevo año les traiga salud y riqueza.
                                
                    
                    
                    

                    
                    
 

También alquilamos una motocicleta para ir a dar una vuelta por la isla y acercarnos nuevamente al parque nacional que hay cerca de aquí. Es una pequeña excursión que vale la pena hacer y que si no os atreveis a hacer en moto se puede hacer en el bus local. Total que después de calzarnos el casco obligatorio que parecía un orinal, Ernest se subio en la moto y se tranformo nuevamente en el “hijo del viento”. Como iba en plan fitipaldi y solo le faltaba plegar rodilla en cada curva llegamos en un momento al parque y aprovechamos para darnos una vuelta por allí. La mia fue más bien corta, porque no se si lo sabeis pero en Malasia el calor es horroroso, es un bochorno constante durante todo el dia debido a la alta humedad que hay aquí,  y que hace que a la que llevas cinco minutos andando por la selva estes hecho polvo. Asi que yo me di la vuelta y Ernest se fue a explorar un poco más en plan indiana jones. Y ya a la vuelta aprovechamos para parar en una de las playas y tomarnos unas coca colas enormes para recuperarnos un poco.
                                 
                     
                     
                     

 
Al dia siguiente teníamos que coger el autobús que nos llevaría hasta cerca de las islas Perhentian, pero como este salía a las nueve de la noche, aprovechamos para callejear un poco más por la ciudad y conocer sitios nuevos.
                           


Y con cuatro horas de anticipación nos fuimos a la estación de buses a esperar el bus nocturno.
                    



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